En primer lugar, se debe escoger una raíz de jengibre de buen tamaño.
Luego, se sostiene la pieza de jengibre entre ascuas hasta que comience a quemarse, se coloca cobre un plato o candelabro, y se sahúma la casa con el aroma picante que se obtendrá del mismo. Este olor fuerte purificará de espíritus el hogar y alejará cualquier demonio que merodee nuestro hogar.
Una vez terminado el proceso, se envuelve el resto en una tela porosa, como una gaza, y se cuelga de la puerta de entrada para impedir que ingresen los espíritus, por lo menos durante una semana.
Este amuleto es realmente efectivo y se puede ver aún hoy como se realiza en los campos del sur francés, sobre todo en la época de cosecha.
Amira.
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